CUANDO la tragedia tuvo que elegir un país para vivir se quedó en Haití. Ha pasado casi un año desde que la tierra tembló en la isla caribeña, el 12 de enero de 2010, poniendo fin a casi 300.000 vidas y cambiando para siempre la de varios millones, pero Haití sigue en el limbo. La reconstrucción se encuentra en punto muerto. Se ven escombros por todas partes, -se calcula que hay 20 millones de metros cúbicos-; las ruinas de la antigua catedral de Notre-Dame de L"Assomption sirven de asientos para quienes asisten a la misa dominical; en algunas calles de Puerto Príncipe aún es complicado circular y las comunidades bajo carpas que brotaron tras el terremoto todavía salpican la ciudad. Doce meses después, si Puerto Príncipe fuera una casa, nadie daría un duro por su reconstrucción.
Aunque sólo el horror pone a este país en el mapa informativo global, las imágenes de mujeres y niños agonizando desnudos en las calles demuestran lo que vale la vida en un país asolado. Tampoco la caridad da abasto. El caos es total, según acaba de denunciar la ONG Mensajeros de la Paz ya que, al cabo de un año, ninguna de las promesas de ayuda internacional se han cumplido. Ni siquiera se han reconstruido el Palacio presidencial y la catedral, dos símbolos de la capital, y más de un millón de personas sigue sobreviviendo en las calles.
Bajo el desamparo de las estrellas, las violaciones de niñas y mujeres se suceden. Un informe de Amnistía Internacional recoge testimonios como el de Machou, una adolescente de 14 años residente en un campamento en el suroeste de Puerto Príncipe que fue violada cuando fue a los aseos. "Un muchacho entró detrás de mi y abrió la puerta. Me cogió por el cuello e hizo lo que quería hacer. Me golpeó, me dio puñetazos. No fui a la Policía porque no conozco al muchacho. Me siento triste todo el tiempo. Tengo mucho miedo de que vuelva a pasar", sollozaba Machou.
Las organizaciones humanitarias no tiran la toalla pero están hartas de recogerla. Aitor Zabalgogeaskoa, director de Médicos Sin Fronteras, subraya que las respuestas al terremoto y al cólera solo han mostrado que "el sistema internacional no está preparado para responder a semejantes situaciones de emergencia". Y no se puede dejar la responsabilidad a los actores no gubernamentales, porque "tenemos recursos limitados", explica. Intermon Oxfam atribuye el retraso de los planes de reconstrucción a una "desastrosa combinación entre la indecisión del gobierno, la descoordinación de los países donantes y la falta de operatividad de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití". Así, un 95% de las ruinas aún no ha sido retirada y únicamente ha sido construido el 15% de los refugios necesarios.
Lo sabe bien Fleurissant Fleurisma, quien perdió su hogar en el terremoto. Ese día pensó que estaba escuchando el sonido de un camión rechinando para frenar, pero entonces el suelo comenzó a temblar. Vio cómo la casa que construyó hace más de una década atrás en Carrefour, uno de los suburbios pobres, se derrumbaba. En unos 35 segundos su casa y su negocio -Fleurissant tenía una pequeña tienda en el edificio- quedaron destruidos y él, su mujer y sus cinco hijos, en la calle. Allí siguen, refugiados bajo sábanas y carpas.
Pero los males no dan tregua a Haití. Devastado por el terremoto y diezmado por una epidemia de cólera que ha matado en tres meses a otras 3.500 personas, la nueva peste revela las fragilidades de la isla. La enfermedad reapareció a mediados de octubre tras más de un siglo de extinción y, según la OMS, es muy probable que infecte al menos a 400.000 personas más en los próximos seis meses y permanezca durante años en el país. De hecho, más de 157.000 personas se han infectado ya desde el brote.
Por si todas estas penurias no fueran suficientes, Haití se enfrenta a una crisis política y al azote de unas controvertidas elecciones presidenciales que el pasado 28 de noviembre fueron ensombrecidas por denuncias de fraude. El nuevo mandatario de la nación deberá ser concretado en una segunda vuelta que iba a disputarse el 16 de enero y que acaba de aplazarse sine die.
"La clase política haitiana está muy desacreditada y fraccionada. No han dado señales de liderar el proceso y se muestra muy incoherente. Pero hablar de elecciones es un capricho de laboratorio de los países poderosos. La población va a esperar hasta el 7 de febrero del presente año pero una vez transcurrido esa fecha no creo que le vayan a dar tregua a Preval", ratifica con escepticismo Beneco Enecia, experto en desarrollo de la República Dominicana y profundo conocedor de Haití.