El Aaiún. La ciudad de El Aaiún, en el Sahara Occidental, vivía ayer una tensa calma tras los disturbios originados por el brutal desmantelamiento del campamento de protesta saharaui de Gdeim Izik. La indignación de la población saharaui permanecía intacta y quedó reflejada en varias manifestaciones -intifadas- que tuvieron lugar en barrios de la ciudad como Haimatar y Matala, este último escenario de enfrentamientos, registros de viviendas y detenciones. "Esta mañana, más de siete casas han sido completamente destrozadas por la Policía marroquí y tres personas han sido detenidas en este barrio", denuncia Isabel Terraza, de la organización Resistencia Saharaui. La activista señala que ésta es una práctica que se está registrando desde el mismo lunes. Las fuerzas marroquíes tienen una lista con nombres de activistas, defensores de los derechos humanos saharauis y miembros del comité organizador del campamento de protesta a los que detener.
"Desde ayer por la tarde (el lunes), la Policía está entrando en las casas de familias saharauis, las están agrediendo, las están golpeando. Están buscando a mucha gente", explica Terraza desde El Aaiún. La activista, que llegó al Sahara Occidental hace tres semanas, está siendo testigo de primera mano de los dramáticos sucesos de los últimos días, desde el violento desalojo del campamento a la represión en la ciudad de El Aaiún, donde la Policía está instigando a los colonos marroquíes a actuar contra la población saharaui. "Después de llegar del campamento, estaba en una casa saharaui y viví un episodio muy violento. Varios marroquíes querían entrar con palos, cuchillos, piedras y lo intentaban por las ventanas, la puerta, la azotea. Allí había mujeres, niñas, hasta un bebé. Desde el lunes, los colonos marroquíes, instigados por la Policía, están entrando en las casas y golpeando a las familias", relata. También han quemado varias casas y establecimientos saharauis.
Detenciones arbitrarias El presidente de la Asociación saharaui de Defensa de los Derechos Humanos, Ramdan Mesaud Larbi, también denunció "detenciones arbitrarias e indiscriminadas" por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes. Mesaud señaló a Europa Press que la mayoría de los saharauis "permanecen en sus hogares con mucho miedo". Elghalia Djimi, vicepresidenta de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones Graves de los Derechos Humanos, confirmaba este extremo y precisó que "no conocemos los cargos que se les imputan a los detenidos porque están siendo interrogados". Isabel Terraza apunta que uno de los detenidos en la jornada de ayer es Mohamed Burial, miembro del comité organizador del campamento, quien además sufre problemas respiratorios graves por los gases lacrimógenos del lunes.
"La ciudad ha amanecido completamente destrozada y la situación es muy tensa", continúa Terraza. El Frente Polisario hizo balance de la represión sufrida el lunes por la población marroquí: 19 muertos -entre ellos un niño-, 723 heridos y 159 desaparecidos. Estas cifras podrían aumentar "vistas las dimensiones de la agresión bárbara ejecutada por las fuerzas armadas reales", advirtió en un comunicado. Asimismo, según las autoridades marroquíes, las víctimas mortales entre sus agentes de seguridad se elevaron a ocho. La desesperación y la ira eran sentimientos muy presentes en El Aaiún. Muchos saharauis, aún con el recuerdo de los enfrentamientos del día anterior, buscaban desesperadamente a sus familiares desaparecidos. "Hay cuatro niños, uno de ocho años, otros dos de dos años y una de cuatro, que no saben dónde están sus padres y están en casa de otras familias saharauis", pone como ejemplo la activista.
Indignación "La gente está muy dolida con lo acontecido y creo que ha llegado a un punto límite, ha salido a protestar después de una resistencia y un activismo que ha apostado siempre por el pacifismo, pero la situación ha llegado a un límite y, ahora mismo, la población saharaui está hablando de referéndum o guerra", manifiesta Terraza. La sensación general es de hartazgo y desconfianza en el papel que las Naciones Unidas puedan jugar en la resolución del conflicto. "No han intervenido hasta que se ha producido la masacre. En el campamento esperaban la llegada de la Acnur y no se produjo". La activista se encontraba en el campamento de protesta cuando tuvo lugar el brutal desmantelamiento. Las tropas militares marroquíes llegaron de madrugada, antes de que amaneciera, y sorprendieron a los manifestantes aún durmiendo. "En primera fila estaban las fuerzas de intervención rápida, totalmente preparadas con cascos, escudos y porras. Eran cientos y cientos", relata. "Fue todo muy rápido, entraron varios camiones y, mientras, desde el helicóptero se alertaba a la población de que tenía quince minutos para abandonar la zona. Pero no dio tiempo a nada, y la Policía empezó a golpear a los que se quedaron acorralados y luego lanzaron gases lacrimógenos. Yo, personalmente, sufrí asfixia", continúa.
En el momento del desalojo había mujeres, ancianos, niños, bebés, a los que habían impedido salir del campamento el día anterior. "Sabían que ahí había niños. A las tres de la tarde del domingo, un bloqueo militar impidió la entrada y salida a las familias saharauis, cuando muchas querían viajar a El Aaiún para llevar a sus hijos al colegio el lunes". Nada de eso importó. El ataque fue indiscriminado. Los manifestantes evacuados, entre los que había también mujeres embarazadas, caminaron 15 kilómetros por el desierto hacia la ciudad que más tarde sería escenario de enfrentamientos, saqueos y detenciones arbitrarias.