TOKIO. Hatoyama, que llegó al poder hace poco más de ocho meses, hizo pública su renuncia durante una reunión televisada con miembros de su partido, el Democrático (PD), en la que admitió que la mayoría de la población japonesa le ha dado la espalda.
"La gente se ha negado a escucharme. Es una lástima y soy el único al que se puede culpar de ello", dijo el primer ministro, que con su histórica victoria electoral del pasado 30 de agosto acabó con más de medio siglo de Gobierno del Partido Liberal Democrático (PLD).
Yukio Hatoyama admitió que se ve obligado a dejar su puesto por la polémica sobre la base estadounidense de Futenma, en Okinawa, y por varios escándalos financieros que le han salpicado a él y al secretario general de su partido, Ichiro Ozawa.
Pese a que le ha costado el cargo, Hatoyama justificó el mantenimiento de la base de Futenma en la necesidad de garantizar la seguridad en el Este de Asia y en Japón, y aseguró que su intención ha sido llevar a cabo una política "limpia" en su país.
Visiblemente emocionado y en ocasiones al borde de las lágrimas, el primer ministro aseguró que ha trabajado con una visión a largo plazo "difícil de entender" para la población japonesa.
La decisión de mantener la base militar de EEUU en Okinawa rompió una de las principales promesas electorales de Hatoyama, le valió un aluvión de críticas y multiplicó las voces que pedían su dimisión, incluso dentro de su propio partido.
Para el PD, el desplome del respaldo popular a Hatoyama (actualmente en el 17 por ciento, frente al 70 en septiembre) reflejaba el riesgo de una peligrosa derrota en las elecciones del próximo julio al Senado, donde no tiene la mayoría.
Finalmente ha optado por dimitir, pero en su caída el primer ministro se ha llevado al secretario general del PD, Ichiro Ozawa, contemplado por muchos como el hombre que realmente movía los hilos del partido.
Tanto Hatoyama como Ozawa se han visto implicados en los últimos meses en escándalos financieros; en el caso del primer ministro estaban relacionados con donaciones políticas irregulares y en el de Ozawa con fondos no declarados a una constructora.
En su discurso de renuncia, Hatoyama pidió hoy públicamente a Ozawa, de 68 años, que siguiera su ejemplo y dejara su puesto "para crear un Partido Democrático nuevo y más limpio", algo que el secretario general ha aceptado.
También dimitirá el resto de la dirección ejecutiva del PD para dar paso este viernes a la elección de un nuevo presidente del partido, que será quien sustituya a Hatoyama como jefe de Gobierno.
El candidato del PD deberá someterse previsiblemente el lunes a la votación de la Dieta (Parlamento), donde tiene su aprobación garantizada ya que el partido gobernante tiene mayoría absoluta en la Cámara Baja.
Como sucesor del dubitativo Hatoyama se perfila el viceprimer ministro y titular de Finanzas, Naoto Kan, de 63 años y a quien ya ha mostrado su abierto respaldo un grupo de parlamentarios del PD.
Otros nombres que se barajan son los de los ministros de Estrategia Nacional, Yoshito Sengoku, de 64 años, y de Transporte, Seiji Maehara, de 48 años, quien nunca ha ocultado sus críticas hacia el poderoso Ozawa, lo que le ha valido su propio grupo de seguidores.
Los analistas coinciden en que entre los desafíos que deberá afrontar el próximo líder nipón figuran demostrar un liderazgo claro y aplicar políticas creíbles para el crecimiento de la segunda economía mundial, lastrado por una persistente deflación.
La oposición, por su parte, ha reclamado al PD que disuelva el Parlamento y convoque elecciones anticipadas, al tiempo que ha criticado una dimisión que, a su juicio, pretende exclusivamente ganar apoyos con vistas a las elecciones al Senado.