Enea Bastianini logró poner fin a la alternancia acontecida durante el amanecer de la temporada de MotoGP. El italiano, en el Gran Premio de Las Américas, la cuarta cita del calendario, se convirtió en el primer piloto en repetir triunfo esta campaña, lo que le permitió recuperar un liderato del Mundial que ya ocupó en el estreno del año en Catar y retuvo en Indonesia. Se da la circunstancia de que La Bestia es el único piloto de Ducati que por el momento ha conseguido ganar, y lo ha hecho por partida doble con una máquina de 2021 e integrado en un equipo satélite, el Gresini Racing.
La segunda victoria de Bastianini en la categoría reina llegó desde la calma, porque fue Jack Miller quien llevó el peso de la carrera durante tres cuartas partes. El australiano lideró secundado por el poleman, un Jorge Martín que se iría diluyendo al rebasar el ecuador. En esos compases Miller llegó a abrir una brecha de un segundo que se antojaba insalvable. Sin embargo, Bastianini se negó a renunciar a una nueva conquista. El transalpino, en un coto de caza de Ducati, que encabezó la carrera con hasta cinco máquinas -Miller, Martín, Bastianini, Bagnaia y Zarco-, cerró la herida temporal para dar caza a Miller..
A falta de cinco vueltas para la conclusión, La Bestia sin contemplaciones. El australiano quedó anclado, sin capacidad de reacción. Bastianini se escapó irremisiblemente a por el triunfo. “Ha sido una carrera muy dura, sobre todo la primera parte, porque Miller iba muy rápido”, analizó. La perseverancia y la paciencia le hicieron encontrar su momento dulce, su oportunidad.
A Miller le crecieron los problemas. Álex Rins se le echó encima en los giros finales. El catalán de Suzuki, condicionado ante la velocidad de las Ducati, fue un oasis entre las motos italianas. Rins hizo de las curvas su ventaja y adelantó a Miller en giro definitivo para secundar a Bastianiani en el podio. El australiano acabó en tercera posición, quizá pensando que su estrategia de abrir camino le implicó un desgaste que pasó factura en los duelos finales. .
Uno de los mayores atractivos de la carrera en Austin fue ver a Marc Márquez próximo a su mejor versión. El catalán de Honda salía noveno. En la arrancada se quedó clavado y descendió hasta la última plaza (24º). Entonces comenzó el espectáculo. En el primer giro ganó seis posiciones. Corría desbocado tras perderse el pasado Gran Premio de Argentina por sus problemas de visión doble. Sin temor. A su estilo. Incluso batió el récord del circuito que estaba en su poder desde 2015. El capitán América, que hasta la fecha había liderado el 78% de las vueltas desde que se corre en este circuito texano, escaló hasta el sexto puesto, quedándose a 6 segundos del vencedor. Un show.
Una vez alcanzado Márquez el tope de su remontada, Fabio Quartararo propuso un mano a mano con el catalán consciente de que el curso es largo y de que Márquez, con ritmo como el ofrecido y pese a su desventaja en el campeonato, podrá aspirar a la corona que ostenta el francés. Más que por un sexto puesto, se debatían por el orgullo. Se impuso Márquez, que está a 40 puntos de Bastianini con 17 carreras por disputarse. Quartararo acabó séptimo, por delante de un Martín (8º) y un Zarco (9º) venidos a menos.
Aleix Espargaró, ganador de la cita previa y ya exlíder del Mundial, fue undécimo con una Aprilia que estableció la mayor velocidad punta con Maverick Viñales a los mandos: 346 kilómetros por hora que le dieron para alcanzar la décima posición.