Ver para creer. Tal y como refleja este diario, Vitoria se está convirtiendo, poco a poco, miguita a miguita, en un destino turístico susceptible de ser elegido para disfrutar por parte de centenares de visitantes. Supongo que fuera del terruño se tiene más confianza en los reclamos de la capital que la que se tiene por los propios residentes, que aún miran como la vaca al tren a aquellos que disfrutan, mapa en mano, de las virtudes de una ciudad que, para muchos vecinos, pasan desapercibidas. La gastronomía, el patrimonio construido y el inmaterial, el respeto por el medio ambiente, el trazado de calles o el carácter propio hacen de Gasteiz una opción que, al parecer, gusta, y mucho, a aquellos que llegan conscientemente para sumergirse en estos lares durante unos días. Me temo que aún queda mucho camino por recorrer por parte de aquellos que construyen un sector que tiene que competir con trasatlánticos a base de una txalupa a remos por caladeros similares, pero como punto de partida, las estadísticas dan la razón a quienes han confiado en el potencial de una capital. Ahora, lo que toca, es empezar a creérselo y mejorar lo ya existente para lograr nichos de mercado que ayuden al avance de una industria que, de partida, está bien posicionada.
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