Ha cogido vuelo en los últimos días en el universo digital una historia de espías carne de clickbait porque de refilón se cuela en el relato Cristiano Ronaldo. Pienso en espías y mi mente viaja a Forsyth y Le Carré. No sé qué pensarían de la historia de este matrimonio vecino de Marburgo (Alemania) que durante 23 años trabajó en secreto para Moscú hasta que fueron detenidos en 2011. Comenzaron a trabajar para la antigua URSS poco antes de la caída del Muro de Berlín y se fueron modernizando, porque la I+D+i también es cosa de espías. Así que pasaron de la técnica más clásica de los buzones muertos a comunicarse a través de YouTube. El matrimonio creó un perfil en la plataforma, Moscú otro y se dedicaban a comentar vídeos, fundamentalmente de jugadas de Cristiano Ronaldo. Parece que ser que los investigadores encontraron en sus comentarios patrones en los signos de puntuación que escondían mensajes ocultos a plena luz. Menos evocador que una imagen en blanco y negro en el Berlín de la Guerra Fría, pero seguramente más eficiente. Debería probarlo el asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Mike Waltz, cumbre del espionaje chusco que recientemente añadió a un periodista a un grupo de Signal en el que la administración estadounidense discutió detalles del ataque militar a Yemen. ¡Ah! por si lo dudaban, la culpa ahora es del periodista.
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