“Hace una semana estaba en los Oscar y a algunos les hubiera gustado verme en un árbol quemándome como en la Inquisición”. Lo decía Karla Sofía Gascón este lunes al recoger el Premio a Mejor Actriz en Producción Internacional en los galardones de la Unión de Actores y Actrices. La actriz reclamó “más amor y menos odio”. En su caso se entremezclan muchas cosas. En primer lugar, corresponde una reflexión sobre asumir la responsabilidad. No había mucho amor en los famosos tuits de la actriz. Y sí, la reacción furibunda en su contra no ha sido precisamente medida. ¿Pensamos alguna vez en si nosotros mismos aguantaríamos con prístina limpieza algunos escrutinios? En segundo, deberíamos convenir que existe el derecho a cambiar de opinión. Espero que exista, de hecho. Y todo esto nos lleva a si el lo siento, me equivocado, no volverá a ocurrir vale de algo. Pues yo diría que depende. Depende porque la vida son una infinita gama de grises, pero hay algo bastante definido y vuelvo al principio: asumir la responsabilidad. Y ahí entra la política de cancelación. ¿Un premio de cine valora una actuación o las opiniones –por odiosas que sean– de un intérprete? Y por último, ¿el linchamiento a Gascón habría sido igual si no fuera una mujer trans? Es más, ¿habría pasado lo mismo si el protagonista hubiese sido un hombre?
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