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Mesa de Redacción

Miren Ibáñez

Cortina de humo

En La cortina de humo, Robert De Niro y Dustin Hoffman inventan de la nada una guerra para desviar la atención de un escándalo que afecta al presidente de EEUU a pocas semanas de las elecciones. La peli no es precisamente una cumbre cinematográfica, pero abunda en un concepto clave de la política, ese desviar la atención, lo del dedo y la luna de toda la vida. Estos días estamos viendo algo de esto. Acaban de citar como investigado al fiscal general del Estado por un supuesto delito de revelación de secretos por la filtración de un correo electrónico del abogado de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid en el que admitía dos delitos fiscales y ofrecía un pacto a la Fiscalía. Pero volvamos a lo de la cortina de humo, porque no estaríamos hablando del fiscal general del Estado si antes no se hubiera filtrado desde el propio gabinete de la Presidencia madrileña la especie, falsa, de que era la Fiscalía la que había ofrecido un acuerdo a la pareja de la presidenta. Y la cortina de humo ha triunfado porque ya nadie se acuerda del asunto de la pareja de la presidenta; el tema es el fiscal general del Estado y la pieza de caza mayor en la pantalla final, que está en Moncloa. Y esto apunta, seguramente, a la habilidad de unos y la torpeza de otros.