Las cosas como son, esta semana tenemos cachondos a los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero. No dan abasto. El nivel de discusión está alcanzando tal magnitud que el escanciador de café y otras sustancias ha puesto en la barra uno de esos aparatitos para coger número y hasta que no te toque el tuyo, no puedes meter baza. Aquí se está hablando por demás de las cosas de palacio y eso sin salir de Vitoria. La visita el martes del hijo del amante de la mujer del domador les ha dado a los abueletes para mucho. Ni el difunto Sálvame ni nada. Habrá aitites que no saben mirar en el móvil ni la predicción de Euskalmet, pero le han cogido un callo a lo de reproducir audios comprometedores que no veas. Entre tanta bárbara ida y venida con las cosas de la monarquía, el otro día salió lo del 23-F y alguien hiló la cosa hasta la fiestuqui de la palmera melocotonera que los del tricornio se han montado para este finde en pleno centro de la ciudad. Aquí ya, el barman cayó desmayado en pleno local, incapaz de aguantar tanto chiste malintencionado sobre leones celestinos, coronas para cornudas, aceitunas golpistas... Así que decidió que durante unos días entre estas cuatro paredes solo se va a poder hablar del tiempo y ya.
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