Javi López ya es historia después de que el Alavés haya accedido a traspasar a una de sus joyas a la Real Sociedad. Dicho así, suena fuerte y quizá pueda motivar el enfado de la masa social tras la tajante determinación de los rectores albiazules de abrir la puerta a la principal perla surgida de la factoría de Ibaia en los últimos tiempos. Sin embargo, analizada en frío y con cierto sosiego, la actitud de los dirigentes del Paseo de Cervantes tiene toda la lógica del mundo y responde simplemente a la obligación de obtener un buen pellizco económico por un jugador que, cabe recordar, dentro de un año podía haberse ido gratis. El perjuicio deportivo es notable pero, en ocasiones, la economía debe pasar a un primer plano teniendo en cuenta que mantener la cantera es cada vez más costoso y el Glorioso no podía permitirse el lujo de que uno de sus mayores activos emigrara de Vitoria sin dejar un solo euro en las arcas. Tan lógica es la negativa del lateral canario a declinar las sucesivas ofertas de renovación que le ha planteado el club y querer progresar en su carrera como la aspiración del Alavés de hacer caja con su marcha. En el mundo del deporte ya no queda espacio para los sentimentalismos y la pela es la pela. Ahora, tan solo queda acertar con el recambio.
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