Laberinto: lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida. ¿Os suena? No me refiero al nuevo laberinto que se va a construir en Olarizu, que también. Me refiero a ese recorrido que tenemos que hacer los y las gasteiztarras para ir del punto A al punto B cuando hay obras en el camino. En ese momento nos convertimos en Teseo buscando cómo vencer al Minotauro y conseguir salir del entresijo de vallas, piedras, conos y señales. Es ahí donde empieza el juego. Como si fuera un escape room, encontrar la salida se convierte en toda una odisea. Pero esto solo es un reflejo de cómo está la sociedad y la política actual, y esto sí que no es ningún juego. El laberinto se está convirtiendo en un ovillo con tantos nudos que la salida parece cada día más difícil. Lo mismo pasa con la circulación que cada vez es más liosa en nuestra bella Gasteiz. Sin embargo, acabaremos encontrando la salida al finalizar las obras. Pero con el resto de encrucijadas la cosa está más complicada. Vamos a necesitar mucho más que el hilo rojo de Ariadna y la valentía de Teseo para poder derrotar al Minotauro y encontrar esa tan ansiada salida del laberinto.
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