Hay quienes se sumergen en ellas gustosos, con una sonrisa radiante en el rostro. En otros es precisamente la mueca de su cara la que evidencia que están pasando un mal trago y que no están allí por gusto. Y unos pocos directamente ni se acercan a situaciones que saben que solo les generan agobio y estrés. Hablo de las aglomeraciones que se producen en determinadas fechas y festejos. Estos días de navidades se reproducen las situaciones en las que los aforos de calles y locales exploran sus límites. Las compras navideñas, el poteo previo a comidas y cenas, las copas de después, los desfiles y cabalgatas, las visitas a reclamos típicos de estos días como el belén de La Florida, los árboles luminosos del centro, los mercadillos o la pista de hielo son situaciones en las que la muchedumbre se hace fuerte. Para muchos son escenarios de disfrute colectivo por mucho que cueste de entender. Para otros es un compromiso social que nos resistimos a dejar de lado para no ser tachados de amargados o aguafiestas. Pero cada vez dan más ganas de pasarse al lado oscuro de quienes huyen de todo festejo masivo. Ver la ilusión de quienes lo gozan y compartir esos motivos con quienes más queremos nos sigue compensando la penitencia. Que ustedes disfruten de estos días como mejor les parezca.