Un suspiro de alivio recorrió ayer Mendizorroza cuando se alcanzó una victoria tantas otros días merecida y que se resistía de manera solo explicable teniendo en cuenta la complejidad del fútbol. Y es que el balompié estaba siendo extremadamente injusto con este Alavés de Luis García Plaza y que ayer ganó por lo pelos después de poder haber protagonizado una goleada. Pero el gol... ¡Ay el gol! La definición es lo más complejo y, precisamente, es el único deber que se le puede achacar a este equipo que juega como pocas veces antes se había visto al Glorioso. Los más veteranos recordarán alguna de aquellas alineaciones que permanecen en la memoria de solo unos pocos, pero, en los tiempos modernos, encontrar un Alavés con la calidad en el juego del actual resulta complicado. Aún en sus mejores campañas recientes, léase las de Pellegrino o Abelardo, el fútbol no era tan preciosista como el de ahora. Partiendo de un comandante como Guevara, se han juntado en zona creativa varios futbolistas talentosos y el desborde por las bandas es letal, lo que unido a un sistema defensivo sólido hacen de este equipo un grupo muy competitivo. Pero la diferencia en el fútbol la marcan los goles y no llegan tantos como se merecen. Una pena que no hace justicia al sensacional equipo que estamos viendo.