Amenudo pienso que estamos en una película de Destino Final. Siempre pasa lo mismo: alguien se da cuenta (muchas veces de chiripa) de que nos vamos a llevar una buena, da la voz de alarma, y aun así todos nos la pegamos por algo que no vimos venir. Recuerdo que la última vez que tuve esta sensación fue con los casos de pornografía infantil generados con IA por unos menores en Cantabria. Estaba tan centrado en el riesgo de los deepfakes en la política que no vi el peligro que podían representar para unas chavalas de instituto. Pero si hay algo que me preocupa más que tener la sensación de que nos acecha una desgracia es que parece que el guion de la película ha cambiado y ya nadie hace el amago siquiera de intentar evitarla. Nadie quiere que el planeta arda hasta quedarse inhabitable, pero veo poca gente que crea que se pueda evitar. Casi nadie quiere que el comercio en las ciudades se reduzca a centros comerciales con el aceite de oliva más caro que la gasolina, pero cada vez menos gente va a tiendas locales. Suelo decir que tenemos que esforzarnos para ir a mejor, pero eso solo lo podemos hacer si nos esforzamos primero por no ir a peor. Y si para ello tenemos que hacer frente a los problemas y a quienes los causan, yo estoy dispuesto a ello.
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