Lo mires por donde lo mires las mudanzas son horribles. Llevo unas cuantas a mis espaldas pero esta vez la mudanza ha sido mayor, con cambio de ciudad y con una niña. ¡Qué de cosas tenemos de nuestra hija! En total, el camión de mudanzas ha trasladado unas 90 cajas. ¡Pero qué duro! A pesar de que el traslado haya sido nuestra elección ha sido muy duro. Y es que una mudanza no solo implica un estrés enorme por gestionar todas las cuestiones prácticas circundantes como el traslado de pertenencias, cambio del padrón, modificación del domicilio habitual en bancos, centros de salud y otras instituciones etc., sino que también despierta emociones como la tristeza, el miedo, la alegría… y en ocasiones son difíciles de gestionar. En mi caso, lo que más me está costando es la gente que dejo. Llevo 15 años en Vitoria y pese a que vaya a seguir vinculada a la ciudad, hay personas con las que ya no voy a compartir la vida rutinaria y eso me hace sentir un gran vacío. Vecinos que se vuelven familia, amigas como Leire que conocí de casualidad y se ha convertido en mi mayor apoyo, mi compi de piso Jess que me sigue aguantando después de tantos años, la cuadrilla que surgió entre clases del gimnasio y gente maravillosa que he conocido gracias a mi hija. Gracias a todas, de verdad. Vitoria sois cada una de vosotras.