Aquí estamos de nuevo, ya inmersos en otra campaña electoral. Como casi siempre, estas elecciones tienen el lógico protagonismo municipal y foral, pero no es menos cierto que en esta batalla también se va a librar el ¿primer? asalto de otra guerra. Si en otros momentos los ojos de los analistas se volvían hacia Catalunya, Euskadi, Madrid o a Andalucía, en esta ocasión la que concentra todas las lupas es la Comunitat Valenciana. Ayer el CIS vaticinaba un triunfo del PP que, no obstante, no podría sumar con Vox para arrebatar el Gobierno a Ximo Puig y al Acord del Botànic. Dado que el 28 de mayo no habrá autonómicas en Andalucía o en Catalunya y que en Madrid se da por hecha la victoria marcial de una Isabel Díaz Ayuso cuyos resultados en ningún caso se van a atribuir al líder de Génova, el termómetro valenciano se considera una buena referencia real para medir el escenario de la pugna Sánchez-Feijóo de cara a las generales de finales de año. Mientras tanto, no se olviden de que por este txoko también se libra una batalla y, por la proximidad de las instituciones, batalla cuyo resultado marcará nuestro día a día. Un dato: en las elecciones vascas de 2020 –en plena pandemia y salvando todas las distancias del tipo de elecciones– la abstención en Álava fue del 51%. Atentos a la abstención.