Llegan las fiestas y eso se nota. Barrios y pueblos ya calientan motores para organizar las mejores. Conciertos, txosnas, barracas, concursos de tortilla, txarangas,... Y yo también me quiero divertir y me lo quiero pasar bien. Quiero vestirme en casa como me dé la gana antes de quedar con mis amigas. Falda o pantalón, camisa o top enseñando el ombligo y con escote, maquillada o no, tacones o zapatillas. Quiero llegar a los bares y bailar sin parar, sin tener que estar mirando alrededor por si se acerca el borracho baboso de turno que parece que nos tiene que tocar todos los viernes y sábados. Quiero poder ir sola al baño, sin tener que preocuparme de que tendré que estar en una cola y que tendré que aguantar alguna tontería o comentarios indeseados o que algún tío me toque el culo sin mi permiso mientras espero. Porque eso tiene que dejar de ser lo normal. Y sobre todo, quiero poder volver a mi casa a la hora que me dé la gana, cuando yo quiera. Sola o acompañada, sin tener que preocuparme de no pasar por tal calle o de cruzar tal parque a esas horas. Porque queremos unas fiestas libres de agresiones sexuales. Es nuestro derecho. Unas fiestas para todas sin miedo a ser asediadas o agredidas. Humilladas u observadas. Y no lo olvidéis: solo el sí es sí.