En realidad nos lleva pasando varios años. Llegan estas fechas, con los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero todavía entre el periodo de adaptación y el momento de automatización de la agenda de extraescolares de los nietos, y en el economato que tenemos cerca del local ya nos han puesto a la venta los primeros turrones y polvorones navideños. Con un par. El pasado fin de semana ya estaban bien surtidos varios de los pasillos para que entre el papel higiénico y el bote de pimientos, caiga un poco de vicio de principios de invierno aunque sea principios de otoño. En estos tiempos de cambio climático, tenemos a varios de los venerables recordando como en una galaxia muy, muy lejana hubo una época en el que por estas fechas lo que se empezaba a ver era a los primeros castañeros. Pero el consumo es lo que tiene. De hecho, tenemos a algunos de los abuelos con viajes (no sabemos de si del Imserso o no), este mes y se van con unos cuantos encargos para comprar lotería de Navidad. Así que a este paso, nuestro querido escanciador de café y otras sustancias va a terminar el mes colgándonos el Olentzero trepador que se compró hace unos años. Ya solo nos van a faltar las calabazas de Halloween y tendremos el circo al completo.