La mayor fortuna nacional y la 23ª del planeta se ha adentrado en la senda de la diversificación para hacer más que bueno ese dicho de no poner todos los huevos en la misma cesta. Tras levantar su imperio de Inditex, el bueno de Amancio Ortega se ha convertido ahora en un adorable casero, que espera a final de mes para cobrar la renta a sus lustrosos inquilinos. Después de décadas centrado en los trapos, este gallego de indudable olfato para los negocios ha encontrado en el ladrillo una mina de oro. Desde hace varios meses ha cerrado millonarias adquisiciones y en la última operación que se ha embarcado es la de comprar la futura sede de Facebook en Dublín (Irlanda). Son cerca de 100.000 metros cuadrados destinados a acoger, lejos de Estados Unidos, la sede más grande de Meta (matriz de Facebook y propietaria de Instagram y WhatsApp). Desembolsará por el inmueble cerca de 550 millones de euros para convertir a la empresa de Mark Zuckerberg en otro más de sus inquilinos. No es el primer alquiler que gira Amancio a esta firma. Ya alquila a Facebook oficinas en el Paseo de la Castellana de Madrid o en Seattle. También tiene como inquilinos a Google, en Torre Picasso, y las tecnológicas tiendas Apple de Barcelona, Valencia, París o Miami.