Las temporadas deportivas acumuladas como espectador al otro lado de la pantalla le llevan a uno a darse cuenta del inexorable paso del tiempo. Empieza a ser frecuente la aparición de futbolistas o ciclistas con ilustres apellidos que trasladan a rememorar la figura de sus padres. El primero de esta saga de segundas generaciones dedicadas al deporte fue el centrocampista Sergio Busquets, vástago del peculiar guardameta blaugrana de nombre Carlos, célebre por jugar con pantalones largos y la extraña capacidad de atajar tanto los balones más inverosímiles que iban a su red como de embocar aquellos otros que iban lejos de los tres palos. Más recientes son los casos del ariete rojiblanco Mikel Guruzeta, cuyo padre fue un contundente defensa y que vistió la zamarra del Alavés en la temporada 1995-96. También Nico González, cedido este curso en el Valencia, tiene un progenitor de tronío. Los buenos aficionados recordarán la exquisita pierna izquierda del deportivista Fran y sus diabluras en las defensas rivales. Es en el ciclismo donde mejor se percibe esta nueva savia con retoños de legendarios corredores de la década de los 80 como Jean François Bernard, Jean Paul van Poppel, Erik Zabel, Adrie van der Poel, Félix García Casas o José Luis Arrieta.