Rondaría los 25 años cuando una vecina del pueblo de mi ama me preguntó aquello de: “Y tú, hija, ¿no tienes novio?”. Claro, iban pasando los veranos, y yo regresaba año tras año sin mozo que presentar y eso generaba cierta inquietud. Ante mi respuesta negativa me espetó un contundente “pues date prisa que se te va a pasar el arroz” con a advertencia de que, de persistir mi soltería, “te vas a quedar para vestir santos”. Toma ya. 2x1. Aquellas palabras me fueron regaladas, estoy segura, como un aviso que se hace a una persona querida (que sé que lo era) porque ¡qué había más importante que casarse y ser madre!. La que no lo era, cruz y raya. La que sí, cumplía para lo que estaba destinada. Hoy persisten decenas de frases machistas que muestran cual importante ha sido la presión para ejercer ese papel sí o sí y, sino, ‘qué mal parida’, ¿verdad?. La libre decisión que cada mujer tiene sobre si ser madres se pierde entre otras argumentaciones como que, si no lo somos, es por cuestiones como la incorporación al trabajo, el estilo de vida, etc, etc. Quizás no haya ninguna razón para explicar el hecho de que no se quiera tener hijxs más allá de porque no. Simple y llanamente. Que ya no hay arroz que se pase y que los a santos les vistan quienes los desnudan.