Está de un agitado estos días nuestro amado templo del cortado mañanero que no parece esto ni periodo vacacional ni nada. Están volviendo casi todos los que nos fueron abandonando al inicio del verano. Toca hacer los ejercicios de preparación para el nuevo curso de babysitter, que consisten básicamente en aprenderse los horarios de cada día de los querubines que a cada viejillo le tocan. Hay niños con agendas más llenas que un broker de Wall Street. Tenemos, además, varios venerables que se enfrentan a periodos de adaptación, así que los veteranos del Vietnam están aleccionando a las nuevas tropas sobre cómo sobrevivir a eso que no entiende absolutamente nadie para qué sirve. Entre unos y otros, tenemos a varios abuelos sondeando la posibilidad de que en el local se sirva algún tipo de torrezno light porque este verano se están pasando la dieta por el arco de los triglicéridos, y claro, va a llegar el momento de hacerse los análisis y de ganarse unas cuantas broncas. A esto hay que sumar los habituales que no están jubilados y que empiezan justo ahora sus vacaciones. Son fáciles de distinguir entre la multitud porque su cuerpo sandunguero se les sale por los poros. Así que solo queda que regrese nuestro querido escanciador de café y otras sustancias. Que pase el siguiente.
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