El chupete es un objeto tranquilizador para los niños. No solo puede ayudarles a dormir, sino que además les reconforta gracias al efecto de succión que produce. Es un instrumento casi mágico tanto para los más pequeños como para nosotras, todo hay que decirlo. Pero en algún momento hay que despedir a este querido amigo y esa es la tarea que nos ha tocado vivir la última semana. En este proceso lo que tenía claro es que quería quitarle el chupete sin causarle ningún tipo de trauma y, al parecer, lo hemos conseguido. Tengo que irme a meses atrás para contaros cómo lo hemos hecho ya que todo empezó con el cuento ‘Mattin jadanik txupeterik gabe dabil’ (Mattin ya está sin chupete). Se lo he leído a diario a mi hija para que se le metiera en la cabeza que íbamos a tener que hacer lo mismo que el protagonista del libro. Mattin es el único de sus amigos que aún utiliza chupete así que su madre le anima a crear una caja. Todos los días, antes de acostarse, mete su chupete en esta caja y se despide de él. Pues bien, cuando ya hemos visto preparada a nuestra hija, hemos seguido todos los pasos del protagonista del libro. Le ha costado cuatro días dar el último paso y despedirse de su chupete pero lo ha conseguido. Tras un: “agur txupetetxo” no ha vuelto a pedirlo nunca más. Objetivo cumplido.