ras un verano como el del año pasado con los venerables encerrados en Vitoria sin poder salir, casi todos los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero se encuentran ya en donde Cristo dio las tres voces. Así que nos hemos quedado tres menos el del tambor, que nuestro querido escanciador de café y otras sustancias también nos ha dejado al becario -vamos, al hijo- y ha tomado las de Villadiego. Por tanto, ante la falta de personal cualificado para mantener una bronca tras otra sobre los temas más diversos, en el local se ha podido recuperar una bonita costumbre, televisión mediante. Todavía se recuerda en los anales de la historia de esta nuestra segunda casa un épico debate sobre el curling durante unos Juegos Olímpicos de invierno y sus semejanzas no ya con la petanca, sino con el bolo alavés. Sí, sí, y no se crean que es coña que aquello estuvo a punto de terminar a zurriagazo limpio. Total que, como estos días hay menos afluencia de habituales, los que se han quedado están siguiendo al milímetro cada paso de los zagales y zagalas que aparecen en la pequeña pantalla desde tierras japonesas. El otro día, uno de los viejillos de 92 y cadera, sospechamos, de adamantium, propuso la creación del tiro con txapela como disciplina obligatoria porque eso de correr y saltar no tiene mérito.
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