ueno, supongo que en realidad es una guerra que se perdió hace tiempo. Pero, aún y todo, sigo enervándome. Es superior a mí que alguien me elija como interlocutor y me escupa a la cara todo tipo de necios anglicismos para procurar parecer interesante. No, no y no. No entiendo por qué un director general o gerente es un CEO (chief executive officer) ahora, ni por qué nos da por exprimir el monedero hasta el último céntimo con el Black Friday, cuando el día en cuestión (ya quincena) respondería mejor a un socorrido viernes de rebajón, por poner algo. Tampoco entiendo que un director financiero se defina a sí mismo como CFO (chief financial officer) o que el responsable de una página en Internet sea web master. Tampoco está mal lo de la due diligence, el know how, el management o el coaching en el ámbito de las relaciones empresariales o el crowfunding a la hora de referirse al micromecenazgo. Sí, ya sé que me he quedado anclado en una realidad que nació hace muchos años y que ahora vende más una buena política de mercadotecnia que el producto (persona) que se quiere promocionar. Pero aún y todo, despreciar las dos lenguas oficiales que tenemos en este país para revestir de vacuidad cualquier palabra o concepto me supera.
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