ombre, a estas alturas supongo que nadie pensaría que iba a ocurrir otra cosa. ¿De qué hablo? De que todos y todas llevamos a un epidemiólogo dentro. Los hay más apocados o más rumberos, pero ya saben lo que pasa con las opiniones... todos tenemos una y además nos parece que la nuestra es la buena. Reúnan a dos personas -con mascarilla y a metro y medio de distancia, por favor- y comprobarán cómo acaban polemizando sobre si es conveniente o no restringir la actividad de la hostelería para frenar la expansión del coronavirus, sobre si la culpa de los rebrotes la tiene o no la chavalería fiestera, sobre si llevar o no mascarilla contribuye a frenar los contagios, sobre si volver a una hibernación económica es una medida necesaria o no, sobre si más o menos transporte público, sobre si PCR para todos o no, sobre si turismo extranjero sí o no, sobre si cierre de mugas o no... Si tienen ganas de polemizar, olvídense de Sálvame y monten un grupo coronavírico en Whatsapp. Yo a veces discuto conmigo misma, claro que esto tampoco es muy raro, lo llamo duda métodica y así le doy una pátina filosófica y trascendental al tema. En fin, quizá, solo quizá, conviene volver a lo básico: solidaridad, responsabilidad, compromiso. La única vacuna, por ahora, sigue estando en nuestro comportamiento.
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