i se quedaron huérfanos con el final de Juego de tronos y el asunto catalán les parece que ha entrado en una temporada valle, les sugiero que a modo de miniserie veraniega se den una vuelta por el Consejo Europeo de estos días en Bruselas. Una de las primeras cosas que me vienen a la cabeza cuando leo sobre lo que está ocurriendo estos días en la cumbre de los 27 es qué estará pasando por la cabeza de Boris Johnson viendo el percal. Claro que imaginar esta misma cumbre con la participación del Reino Unido en su habitual papel de o se juega como yo digo o me llevo el balón habría sido ya el epítome del bloqueo, imagino. En estas cumbres siempre hay un villano, que suele variar en función del pasaporte que uno tenga. Hubo una época no muy lejana en la que si uno vivía cerca del Mediterráneo la mala era Merkel, que junto a su ministro Schäuble cincelaron el concepto de austeridad para toda una generación. Si vivías en Múnich, seguramente tu némesis era Tsipras, por poner. Ahora el malo en estas latitudes es el primer ministro holandés, Mark Rutte, líder del grupo de los países -atentos- frugales. De austero -“sobrio, morigerado, sin excesos”- hemos pasado a frugal, “parco en comer y beber”. El diablo está en los detalles.
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