a política catalana hace tiempo que, entre otras cosas, es una auténtica saga. Sobre todo porque para seguir el hilo de la historia ya se hace imprescindible el clásico anexo de personajes y lugares que aparecen en la obra. La semana pasada nacía el Partido Nacionalista Catalán liderado por Marta Pascal. Ahora es Carles Puigdemont el que prepara desde Waterloo un nuevo partido que aglutine a lo que actualmente está bajo el paraguas de JxCat, con la Crida, PDeCAT, los exconsellers presos o Puigdemont y su entorno. En definitiva, todo eso que se ha dado en llamar espacio posconvergente, pirueta lingüístico-política nacida tras la extinción de CiU y que hasta ahora ha vivido bajo el signo de la atomización de sus integrantes. Pero nada es tan sencillo en una saga. Si la que se considera rama más moderada de ese espacio posconvergente habría quedado encuadrada en el debutante PNC, el partido que perfila Puigdemont -cuentan las crónicas desde Barcelona- no tiene todavía el plácet del PDeCAT. Que las aguas no están calmadas lo dejaba claro ayer el secretario de Organización del PDeCAT y diputado de JxCat en el Congreso, Ferran Bel, admitiendo que no es descartable una ruptura entre JxCat y PDeCAT. Una auténtica saga. No lo duden, continuará.
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