o pretendo frivolizar, pero si algo evidencia la gravedad de la situación que vivimos son detalles como que los bares cierren sus puertas. A ver, que nos conocemos, el bar es uno de nuestros epicentros sociales. El bar del café mañanero, el del pintxo del almuerzo, el del vermutico, el del café de después de comer, el de la caña con los colegas, el del cubata después de la comida con la cuadrilla, el del pintxo-pote, el de la lectura matutina del periódico, el de la quedada con las amigas, el de la partida de mus, el de la charla, el del encuentro... Lo cantó con precisión Gabinete Caligari, bares, qué lugares... Pero no son momentos de compartir espacios. Y lo digo con tristeza pero asumiendo la responsabilidad que nos toca y subrayando que esta crisis sanitaria de primerísimo orden está implicando ya una crisis económica de alto nivel que no hay que desatender. Y seamos un poco positivos también. Este proceso de progresivo enclaustramiento también nos ofrece oportunidades. Por ejemplo, quizá, para dedicar tiempo a la lectura, un plan estupendo siempre el de elegir un libro. O quizá una peli, o escuchar buena música. O desempolvar el parchís o el Monopoly. Responsabilidad. Responsabilidad. Para que cuanto antes podamos recuperar la normalidad.
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