as situaciones de crisis nos ponen a prueba. Desnudan lo peor de nosotros, pero también lo mejor. Como la esperanza es lo último que se pierde, o mejor, lo último que deberíamos perder, quedémonos con lo bueno. En estos días inciertos, hay heroínas y héroes. No hablo de los que visten mallas de vistosos colores. Tampoco de los nacidos en la mitología milenaria. Ni Superman, ni Wonder Woman, ni Hércules o Aquiles. Hablo de héroes y heroínas de verdad, de los que bajan al barro. Hablo, por ejemplo, de nuestros mayores. De esos abuelos que, en muchos casos, sostuvieron a sus familias con sus pensiones durante la crisis. De esas abuelas que se manifiestan para defender nuestro sistema público de pensiones. Esos que estos días, una vez más dando la cara, están cuidando a sus nietos que se han quedado sin clases. Mucho que agradecer y que aprender. No está de más recordarles que también deben cuidarse y que debemos cuidarles. Y claro, cómo no, están todos los trabajadores de nuestro sistema sanitario. Ellas y ellos son la infantería, la primera línea de la batalla. Estos días nos están cuidando, como siempre pero con más dificultades, poniendo a prueba la resistencia del sistema. Su pericia y su entrega son indispensables. Nuestra colaboración, la de todos, imprescindible.
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