Me acuerdo de una vez haciendo una entrevista con Lola Herrera en la que algo se cortó y me dijo muy seria: “Carlos, ya sé que me llamas de un fijo y yo estoy con un móvil, pero estoy quieta como un poste en el camerino, así que si hay algún problema es culpa tuya”. Luego se rió. Estos días, la actriz está en boca de muchos porque se ha plantado durante una actuación hasta las narices del ruido que estaba haciendo un móvil. Aprovechando la circunstancia, son varios los espacios escénicos, como los de Gasteiz, que han querido recordar al personal que cuando uno entra a un teatro tiene que apagar el teléfono. Pero en realidad esta situación no deja de ser muy triste porque lo que denota es una falta de respeto y educación tremenda. Y no ya hacia quien está haciendo su trabajo sobre el escenario. Tampoco hacia las personas que comparten espacio en las butacas. Si no hacia uno mismo. Qué poco nos estimamos si no somos capaces de estar desconectados durante una hora y media o dos. Pero esto tiene una solución muy fácil. Ya lo hizo el Principal en tiempos con la hora de inicio de los espectáculos. Quien no estaba a las 20.30 horas, no entraba. Punto y se acabó. Que te suena el móvil, a la calle y no vuelves a entrar en ningún teatro de la ciudad por lo menos en un año.
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