Me lo pidieron los viejillos de nuestro querido templo del cortado mañanero, pero como me negué amablemente aduciendo conflicto de intereses profesionales, se decidieron por nuestro amado escanciador de café y otras sustancias, que no es que tenga una prosa muy fluida pero la letra sí es bonita, al parecer producto de una madre que en su día lo tenía machacado a dictados. El destinatario de la misiva, que no sé si ha llegado ya, era el señor Urkullu. Iñigo para los amigos, supongo. La plana mayor del bar ha decidido que tras las sucesivas fiestas de la democracia de 2019 está hasta los pitos de las urnas. Así que tras el debate de si ir hasta Ajuria Enea para cercar el lugar hasta que el lehendakari convocase elecciones o mandarle una amable misiva al estilo clásico solicitando lo mismo, se optó por lo segundo. Claro, lo malo de hacer algo así en un bar y siendo el barman el que escribe, es que la cosa empezó seria y formal (aquí un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo...), pero según fueron cayendo los txikitos, aquello debió de derivar en algo indescriptible. Pero más allá de las formas -en el Paseo de la Senda se tienen que estar descojonando vivos- el mensaje es palmario: venga, porfis, cuanto antes mejor y guardemos las urnas por un tiempo.
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