Vaya por delante que el viejillo más de derechas de casi todos los habituales en nuestro templo del cortado mañanero guarda todavía el carnet del Partido Troskista. Vamos, que eso del neocomunismo que dicen de Podemos les suena como lo del poliamor, a gilipollez de las gordas. Con esta gente, matices pocos. También es cierto que todo depende del tema que se toque. Es decir, en una conversación te dicen que el fútbol es el opio del pueblo para dentro de un par de días amenzarte con sacarte con los pies por delante si dices algo contra el Alavés. Todos vivimos con nuestras contradicciones. Pero es verdad que tenemos estos días a la parroquia más veterana de lo más entretenida con eso de que se usen tanto de nuevo los términos rojo y fascista entre la clase política. Hemos llegado a escuchar ya un par de: si mi padre levantara la cabeza, a boinazos los iba a llevar a todos. Pero más allá de las bravatas varias, los viejillos han tomado la decisión asamblearia de ponerse en plan práctico. Así que han acordado por unanimidad de votos y vinos que si el nuevo gobierno se pone a bien con lo de sus pensiones, ellos van a llamarse neocomunistas y van a difundir los beneficios del poliamor entre sus nietos. Incluso puede que a practicarlos, lo que ha generado gran inquietud entre el resto de nosotros.
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