Entre los muchos excesos de estas jornadas, en nuestro querido templo del cortado mañanero tuvimos el otro día fiesta de la palmera melocotonera para celebrar no tanto el cambio de año y esas cosas como que seguimos vivos y viéndonos las caras, que parece una tontería pero no lo es tanto. Por desgracia, en el año que ya se fue, se marcharon también algunos compañeros de barra, a los que no olvidamos porque siempre hay alguna anécdota divertida o surrealista que nos sirve para rememorarlos y recordar que, aunque a todos nos espera el mismo final, todavía tenemos cuerda para dar algo más de guerra. Así que nuestro amado escanciador de café y otras sustancias se soltó la melena y nos sacó unos torreznos de gratis, que siempre viene bien comer algo sano y ligero. Hubo vino, risas y un curioso debate, sobre todo a raíz del ataque furibundo sufrido por el cerdo de mentira presente en el belén de la Florida. Da igual quién fue el primero en señalar la supuesta paradoja, pero nos dio para mucho. Es decir, ¿qué hacen las figuras de los cerdos en los belenes -en este caso, abierto en canal justo en el momento de la matanza- si los judíos no comen este animal? Si les digo que después de una hora, ahí les dejé todavía con la discusión, no miento. Feliz año.
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