SANTIAGO Abascal es el elefante en la cacharrería. O, en atinada expresión de un barón regional del PP, un tío que cuando saca bíceps no sabe volver a meterlo. Así que no es difícil imaginarlo en la reunión del jueves pidiendo a cualquiera de los sumisos miembros de la dirección nacional de Vox que le sujetase el cubata para anunciar que mandaba a hacer puñetas los pactos que mantenía con el PP en seis comunidades. 

¿Y los 140 en los ayuntamientos? Por lógica, deberían decaer todos, empezando por los de las capitales de provincia. Ojalá lo veamos pronto. Sería la miel sobre las hojuelas de lo que, como dijo Pedro Sánchez, es una grandísima noticia: el final de unos gobiernos que en un año de vida han triturado derechos básicos sin descanso. La cuestión es si ahora un PP gobernando en solitario revertirá la situación. Si lo hace, ayuda del resto de formaciones no le va a faltar.

Un favor al PP

Y esa es la buena noticia para Alberto Núñez Feijóo, que aunque ahora quizá no sea capaz de verlo, ha sido beneficiario un gran favor por parte de la formación ultra. Aunque haya sido por las bravas y después de un calentón, ser abandonados por Vox es lo mejor que les ha podido pasar a los populares.

Puede que les toque apretar el tafanario para sacar sus proyectos en minoría. Pero de esa necesidad podrán hacer virtud buscando acuerdos a su izquierda. La recompensa añadida, además, será librarse de los sofocos en bucle que les propiciaban las actitudes grotescas y groseras de sus ya excompañeros de gobierno.

Claro que también el PP deberá escoger entre turrón duro y turrón blando. Lo deseable sería que bajase el diapasón de sus mensajes en ciertas materias para mostrar un perfil de verdad de derecha moderada.

El riesgo, sin embargo, es que haga justo lo contrario y pretenda competir por el extremo diestro con su antiguo socio autonómico.

En cuanto a Vox, queda, si cabe, más clara cuál va a ser su estrategia. Va a insistir desayuno, comida en cena en los discursos xenófobos sin matices. La prueba es que ha entendido que sale a cuenta perder un buen puñado de cargos públicos a cambio de aparecer como el campeón mundial contra la inmigración.