LOS caminos del señor son inescrutables. Y los de la izquierda ahora llamada soberanista -no termino de entender por qué se ha relegado el término abertzale-, ni les cuento. Miren por dónde, que, según un documento de Sortu dirigido a la militancia que, curiosamente, ha difundido El País, el Google maps de la formación troncal de EH Bildu (ya sabemos que las otras son atrezzo), el trayecto que lleva a la futura república vasca pasa por dar cien vueltas a la rotonda de la Moncloa habitada por Pedro Sánchez. El texto revelado por el diario de cabecera del actual gobierno español en funciones está redactado en plan “Queridos chiquilines” y pretende justificar el apoyo sin condiciones a Sánchez, poco más o menos, en que la inconsistencia ideológica del individuo y su afán voraz por mantenerse en el puesto lo convierte en un flete para ir atizándole un sablazo tras otro. A modo de ejemplo, que en realidad es brutal confesión de parte, los escribas de Arkaitz Rodríguez citan cómo se ha conseguido la vuelta de los presos “a casa”.

Matizando que “casa”, de momento solo quiere decir una prisión cercana a su domicilio, como es el derecho de cualquier recluso, resulta que el negocio no es tan boyante. La cacareada república vasca, en muy buena parte gracias a los cambalaches interesados para beneficiar a un número limitado de personas, está hoy todavía más lejos que cuando gobernaba Rajoy. Y la catalana. De eso presume Sánchez, de haber aplacado a la(s) bestia(s) a cambio de concesiones menores, incluso amortizadas. ¿Que lo territorial será el eje de la investidura? ¡Nos ha jorobado mayo! Pero ese triunfo es de otros.