Hay días en los que es mejor no levantarse. Total, para convertirse en uno de los protagonistas como víctima del enésimo incidente registrado en la red ferroviaria del Estado... ¡Vaya racha! Si no es el apagón del siglo, es el caos en el servicio de Rodalies (Cercanías) en Catalunya o es una acción de estragos en la línea Madrid-Sevilla orquestada e ideada para amargar el día del regreso vacacional a los madrileños y la Feria de Abril a los hispalenses en tránsito hacia sus respectivos destinos. Debido a realidades como las descritas, se han generado decenas de situaciones, algunas de ellas, dramáticas, que han llegado a los medios de comunicación. En ellos se ha visto a miles de damnificados en las estaciones ferroviarias con mayor pedigrí del Estado reclamando por la incapacidad de los convoyes de ponerse en ruta o a otros tantos siendo rescatados por equipos de emergencias en medio de la nada afectados por la falta de suministro eléctrico. Para que luego te venga el gracioso con el chascarrillo de que hay trenes que solo pasan una vez en la vida. Ya sé que escribir ahora sobre el particular es ventajista, y más cuando hace años que no piso un vagón. Lo que ocurre es que me da la sensación de que poco a poco se hace insostenible mantener este tren de vida.