CUANDO no es por un lado es por el otro. Ayer me tocó azotaina en redes sociales por el flanco requetediestro. Las huestes cavernarias -casi todas, con rojigualdas adornando su fotos de perfil y, en muchos casos, sus seudónimos cobardes- se me vinieron encima al toque de silbato de una entidad ultra que atiende a la patriotera denomicación Hablamos Español. Mi delito había consistido en poner en solfa, primero en Twitter y luego en esta misma página de los diarios del Grupo Noticias, su chafardera denuncia sobre la supuesta discriminación del castellano en las aulas de Navarra. Como ya anoté en las piezas de referencia, si se tiene en cuenta el ninguneo al que se somete al euskera en la mayor parte de la demarcación foral, hay que tener un rostro de alabastro y una moral de pozo séptico para denunciar la discriminación del castellano por parte del gobierno de María Chivite. Mucho más, si como fue el caso, todo parte de la queja de una sola familia de un colegio de Roncal.

Por lo demás, la argumentación del rancio grupúsculo de embarradores del campo es de aurora boreal y, de propina, un autorretrato. A los paladines de la lengua de Cervantes les parece un atropello que se contrate a profesorado euskaldun para zonas en las que no se requiere el conocimiento de la lengua vasca. Pasan por alto que las plazas se adjudican en función de baremos que no incluyen el idioma. O sea, que quienes las han obtenido simplemente acreditan más méritos que otros docentes monolingües. ¿Quizá están pidiendo que se favorezca a los enseñantes que solo hablan español o, en la viceversa, que se penalice a los euskaldunes? Tal parece.