Curilla con piquito y pluma de oro que espero que esté ahora mismo en el infierno, si es que existe: No puedo decir que me haya sorprendido lo más mínimo que, con varios decenios de retraso, se haya probado que era un depredador sexual de niños y adolescentes. Como decía el título de uno de sus libros más famosos, algo me olía a podrido en usted. Jamás me coló su buenrollismo con alzacuellos y vocecita atiplada. Allá donde muchos de mi generación veían un cómplice que entendía sus problemas, yo intuía a un cuervo con muy pocos escrúpulos. Lamento que el tiempo me haya dado la razón, sobre todo, por las víctimas de su voracidad sexual que, buscando un adulto que los escuchara, encontraron a un siniestro violador sin escrúpulos.