Hace 50 años
Ocurrió hoy hace exactamente cincuenta años. Se llamaban José Humberto Fouz Escobero, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga. Eran tres jóvenes gallegos –concretamente, de A coruña– que llevaban unos meses viviendo y trabajando en Irun. Aquel día decidieron, como tantos otros por entonces, pasar a Donibane Lohitzune para ver El último tango en París. Después de asistir a la proyección de la película prohibidísima a este lado de la muga, entraron a un bar de la localidad lapurtarra. Lo que no sabían era que se trataba de un local frecuentado por refugiados políticos vascos, una denominación difusa que incluía por igual a ciudadanos perseguidos con saña por el franquismo y a tipos sanguinarios que habían encontrado una causa con la que dar cauce a su natural violento y totalitario. Para nuestra vergüenza y como muestra de una asignatura eternamente pendiente, parece mentira que escribir esto medio siglo después suene a herejía y a insulto a los sagrados héroes de una resistencia que no soporta media revisión histórica y, mucho menos, ética.
¡Policías!
La cuestión es que todos los testimonios coinciden en que una parte de esos valerosos individuos la emprendieron a insulto limpio con los recién ingresados en el garito. Su acento los delataba como españoles y, por tanto, según la conexión mononeuronal al uso, policías. De las palabras gruesas pronto se pasó al linchamiento en la calle. A partir de ahí, todo se queda en nebulosa. Lo único cierto es que no volvió a saberse nada de Jorge, Humberto y Fernando, cuya desaparición llegó a los medios españoles dos semanas después. La primera noticia de la que hay constancia la publicó La Voz de Galicia el 6 de abril. Solo se daba constancia de la falta de datos sobre los tres amigos y de las labores de búsqueda de la Gendarmería francesa. Casi un mes después de los hechos, ABC retomó el relato, señalando por primera vez (incluso con nombres y apellidos) a los refugiados políticos como autores del asesinato de los jóvenes y de haberlos hecho desaparecer.
Siguen callando
Cabe pensar que en esos relatos de la prensa del régimen había muchos elementos fantasiosos. Esas probables exageraciones han sido de gran provecho, sin duda, para quienes a día de hoy siguen callando sobre una acción a la altura de las que llevan la firma de Melitón Manzanas, Billy el Niño o el General Galindo. Es obvio que, por razones puramente biológicas, algunos de los testigos y protagonistas de la atrocidad no están entre nosotros. Pero hay más de dos docenas que siguen vivos y callan.