¡Hasta Otegi!

– Tecleo mientras el reloj corre hacia el momento de la verdad. Hoy toca que el socio minoritario del gobierno español se retrate sobre la propuesta del PSOE para reformar la ley del solo sí es sí de modo que se tapone la brutal vía de agua que ha permitido la rebaja de condena de 730 agresores sexuales y la puesta en libertad de 80. Hasta Arnaldo Otegi, que llevaba meses silbando hacia la vía facilona como si la cosa no fuera con él ni con su formación, clamó ayer por encontrar un acuerdo para evitar “los efectos indeseados” de la norma. Exactamente la misma expresión que utilizó Pedro Sánchez cuando, a la vista del tantarantán que le anunciaban las encuestas (jamás por principios), anunció con el ringorrango que es marca de la casa que su partido afrontaría en solitario la iniciativa de la reforma. Si esperaba que el tardío golpe encima de la mesa sirviera para bajar los humos a su aliado morado, ha tenido un mes para comprobar su descomunal equivocación.

Manda Iglesias

– Podemos (la parte de Unidas ni está si se la espera) ha mantenido el desafío chulesco hasta el último minuto. Incluso una portavoz de tercera fila que atiende por Alejandra Jacinto en compañía del chisgarabís cósmico Pablo Fernández –el firmante del ridículo en Castilla y León– levantaron el mentón al unísono para acusar a los socialistas de “traicionar al movimiento feminista” con su propuesta. El dueto tragicómico seguía, en realidad, el camino abierto el día anterior por el único y verdadero líder, Pablo Iglesias, cuando amenazó con convertir las movilizaciones del 8-M en un infierno para los socialistas. Eso, después de haber dejado un titular rezumante de veneno: “El PSOE va a tumbar la ley después de haber expulsado a un diputado putero”.

Las víctimas no importan

– Como cacharrería argumental añadida, las y los diferentes portavoces del partido que pergeñó la ley que se ha demostrado defectuosa insisten en los potitos ideológicos de costumbre: cualquier retoque implica cargarse el consentimiento como eje nuclear (mentira) y supone la vuelta al código penal de la manada (también mentira y todavía más gorda que la anterior). Y para redondear la diatriba, la demagógica acusación de que el PSOE se retratará con Vox y PP en la votación, cuando unos cuantos de los grupos sin tacha progresista se han mostrado abiertamente partidarios de la reforma. Lo triste, lo revelador y, al tiempo, lo repugnante es que las víctimas pasadas, presentes y futuras de agresiones sexuales han pintado una higa en toda esta refriega a mayor gloria de los votos.