Avezado escondedor de la mano tras arrojar piedras contra su supuesto propio tejado, o sea, partido: No deja de maravillarme su capacidad para la reincidencia. Aunque todavía me asombra más que haya quien se trague sus amagos sin dar y lo presenten, no ya como verso suelto del PSOE, sino como valeroso opositor al sanchismo rampante. Lo penúltimo ha sido afear a su señorito “las malas compañías” de las que se rodea. Casi no se nota que dentro de ocho meses le toca reválida electoral y le pintan bastos. Ha tenido toda una legislatura para dar un puñetazo encima de la mesa. Lo que ha hecho, sin embargo, es cacarear e inmediatamente bajar la cabeza ante su mandarín. Se merece que las urnas lo manden a la oposición. l