demás de justificar fisgoneos, el ultramonte mediático no ha perdido esta semana la oportunidad de postrarse ante Felipe VI, el Transparente, por haber hecho público su patrimonio y anunciar que sus dineros serán fiscalizados (o así) por el Tribunal de Cuentas. “Los esfuerzos del Rey en pos de la transparencia y la ejemplaridad de la institución en todos sus actos y disposiciones se han convertido en un rasgo distintivo del que la nación puede sentirse orgullosa”, se le caía la baba al editorialista de La Razón. El de ABC, rodilla entierra, remataba: “El propio Rey, por su voluntad, abre en canal sus cuentas y su patrimonio y da una lección de ejemplaridad a quienes, con mucha menos legitimidad para hacerlo, no dejan de reclamársela”.
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