- No hay duda. Gracias a su voto con aroma a traición, Carlos García Adanadero y Sergio Sayas son sacados bajo palio en el ultramonte diestro. La presidenta de su club de fans es nada menos que Cayetana Álvarez de Toledo, que los glosaba así en El Mundo: “Son dos parlamentarios de calidad, militantes de la democracia, a los que nuestro a menudo cochambroso hemiciclo distingue con un silencio pulcro cada vez que toman la palabra. Lo comenté en mi Políticamente indeseable: si en España las listas electorales fueran abiertas y no el cortijo de las cúpulas de los partidos, Sayas y Adanero saldrían elegidos a hombros de felices mayorías”. ¡Ra,ra, ra!

- Como predente, el editorialista del mismo diario ya se había aplaudido con las orejas: “El sorpresivo voto en contra de Sergio Sayas y Carlos García Adanero, los diputados de UPN que decidieron obrar en conciencia y desoír la disciplina de partido, honra la coherencia de su labor de oposición y reivindica el parlamentarismo ejercido en libertad, tan ajeno al servilismo partitocrático de nuestra cultura política”.

- No hace falta decir que el malo de la película navarrísima es el presidente del partido, Javier Esparza, al que le han sacado del baúl de los recuerdos aquella vieja ikurriña, como apunta La Razón tirando a dar: “Y es que el presidente del partido, José Javier Esparza, quiere tomar medidas contra ambos. Mientras tanto, los dos diputados cuentan con apoyos entre algunos sectores del partido, que estos días han resucitado, vía Whatsapp, la foto de Esparza con la ikurriña en su despacho de Aoiz y recordando que no es el más indicado para hablar de «palabra»”.

- Ya ven, Esparza es un peligroso abertzale. Lo dice también Óscar Elía en Libertad Digital: “El proyecto foral y español de UPN ha tenido desde el principio una tentación: la peneuvizacion. Tentación que presenta a su vez dos características: 1) la busca de un punto intermedio entre el anexionismo y el constitucionalismo, entre Euskal Herria y España, lo que resulta en una suerte de nacionalismo navarro egocéntrico y particularista; 2) la tendencia al oportunismo a fin de arrancar a los Gobiernos nacionales de todo signo y condición prebendas que satisfagan los intereses meramente locales”. De traca.