- No tengo que explicarles que la pregunta del titular está entre lo retórico y la trampa. Si nos vamos a la legislación vigente en el Estado español, la respuesta es meridianamente clara. Las actas parlamentarias corresponden a las personas. No hay más tutía. La jurisprudencia no recoge un solo caso en que las siglas hayan ganado sobre el individuo. De hecho, y puesto que todas las formaciones conocen las normas de la casa de la sidra, ni siquiera se llega a los tribunales. Todo se queda en una bronca pública, en un cruce de agrias acusaciones de traición e indignidad que, a la postre, se salda con la pérdida efectiva de los escaños durante lo que quede de legislatura. Salvo honrosísimas excepciones, los culiparlantes expulsados del partido por el que resultaron elegidos se agarran con uñas y dientes al asiento (y a los correspondientes emolumentos) y tiran millas. Es lo que volverá a ocurrir con los díscolos (cómo nos gusta el calificativo) de UPN Sergio Sayas y Carlos García Adanero.
- De acuerdo, eso es lo legal. ¿Pero es también lo legítimo? Pues ahí cabe bañarse en cinismo y responder que depende del lado en el que te pille la disidencia. No hay mejor ejemplo para ilustrar semejante ausencia de principios y escrúpulos que el arriba mentado García Adanero. Como acaba de demostrar la hemeroteca, en 2008, el eterno vividor del momio, entonces en cargo ejecutivo de los regionalistas, exigió a Santiago Cervera la devolución del acta por no haber acatado la orden de abstenerse en la votación de los presupuesto de Rodríguez Zapatero. La argumentación del rebelde Cervera fue casi palabra por palabra la que hoy esgrime Adanero en su defensa. Pero mejor que eso es que sus diatribas de hace catorce años son idénticas a las que hoy sirven de base a Javier Esparza para reclamarle a él la entrega de las credenciales como diputado. “El sentido del voto de los cargos de UPN en todas las instituciones lo deciden los órganos internos del partido”, proclamó en aquellos días quien hoy reclama el derecho a pasarse por la sobaquera el mandato de los órganos internos.
- Lo del político al que la Wikipedia ya da por expulsado de UPN es el caso extremo. Pero en lo básico, refleja la hipocresía y el ventajismo tanto de los partidos como de los representantes que se acogen al comodín de los ideales para no votar en el sentido que se les ha indicado. Ese desmarque “por motivos de conciencia” solo merecería respeto si fuera acompañado de la decisión de dejar de pertenecer al partido que le impone algo en lo que no cree. Lo demás es echarle morro.