Pablo Iglesias ha vuelto a las primeras páginas. Casi todas las portadas recogen hoy sus ásperas palabras contra Yolanda Díaz. Pero solo un opinador ha tenido la cintura de dedicarle unas líneas. ¿Quién?
"Pablo Iglesias es un político mediocre y fatuo que busca conspiraciones que justifiquen la decadencia de su proyecto"
Lo han adivinado: Francisco Marhuenda. Con indisimulada delectación, el director de La Razón celebra que tiene de nuevo en el escaparate uno de sus pimpapunes favoritos. Eso sí, el escribidor finge desprecio en el título. “Iglesias o el regreso de la nada”, lleva por encabezado una pieza rezumante de psicología de todo cien: “Necesita ser el centro de atención y no lo consigue. Lo fue en su infancia y su juventud, pero ahora solo le quedan algunos fieles que le aplauden con fervor y recogen sus obsesiones en panfletos digitales y programas marginales. Los malos estudiantes culpan siempre al profesor. En este caso, un político mediocre y fatuo que busca conspiraciones que justifiquen la decadencia de su proyecto”.
"Tendríamos el Metaverso global de Zuckerberg y el Etaverso doméstico de Sánchez-Otegi"
Seguimos con las obsesiones. Las del columnero de ABC y exdiputado Juan Carlos Girauta son unas cuantas. Varias de ellas están presentes en su descarga del día titulada —jolín qué creativo— “Metaverso y Etaverso”. He aquí el primer párrafo: “La derecha optimista pensaba que el PSOE se iba a calmar un poco en cuanto ganara la Guerra Civil en su universo paralelo. Dados los socios que se ha buscado para decorarlo, el universo paralelo de Sánchez y su burbuja político-mediática bien podría ahorrarse una letra. Así que tendríamos el Metaverso global de Zuckerberg y el Etaverso doméstico de Sánchez-Otegi”. Lo dicho. En su cabeza sonaba brillante.
También en el vetusto diario, Juan Manuel De Prada lanza sus lamentos biliosos por las primeras consecuencias de la aprobación de la leye de Memoria Democrática: “En España, la tribu democrática desentierra los cadáveres de los dirigentes del bando vencedor en la Guerra Civil, para evitar que sus deudos y familiares puedan honrarlos en público, obligándolos a enterrarlos en lugares recónditos y vergonzantes, para alimento del odio, el resentimiento, la venganza y demás virtudes democráticas”. Queipo de Llano, 45.000 asesinatos a sus espaldas, pero a De Prada escribe eso.
El Mundo nos regala hoy un sabanón firmado por el inefable Carlos Urquijo, otro que también siempre está pensando en lo mismo. Esta vez anuncia el inminente alumbramiento de la república vasca. No es broma: “Hay todavía quien se molesta cuando algunos defendemos que el proyecto político de ETA está más fuerte que nunca, mucho más que cuando asesinaban a docenas de personas cada año. Entonces su objetivo, la ruptura de España para poner en pie la república totalitaria vasca, no tenía posibilidad alguna de prosperar. Hoy el primero, condición necesaria para el segundo, avanza con firmeza y quien tiene la autoridad para detenerlo ha decidido convertirse en su mayor catalizador. Si el presidente del Gobierno no quiere parar la demolición de nuestra nación será muy difícil que alguien nos ayude a evitarlo”.
En El Debate hoy no hay demasiado que rascar, así que nos quedamos con esta especie de jaculatoria con ínfulos de alegato que firma Bieito Rubido, director de la cosa: “Me pregunto en nombre de quién comete Sánchez las tropelías que está llevando a cabo. En nombre de quién indulta a los golpistas, o pone en la calle a los asesinos etarras, o cede ante Marruecos en cuestiones que solo podrían pasar por el Congreso de los Diputados. ¿Qué autoridad te arrogas para ceder la soberanía de todos los españoles o para meter la mano en la historia o en los museos? ¿Quién te ha dado permiso para enfrentar a una España con la otra y llegar a prohibir el recuerdo o la memoria? ¡No será en nombre del pueblo español!”. Pues si lo dice usted, no será. Mañana más.