Cuando se anunció el desalojo de los residuos del asesino Queipo de Llano, la prensa de orden torció el morro y sacó a paseo su monserga habitual sobre las ganas de embarrar el campo con los fantasmas del pasado. Curiosamente, una vez sacado del agujero el matarife, no ha habido mayor ruido. Con una excepción.
"La responsabilidad de lo que hiciera o dejara de hacer Queipo solo a Dios le compete juzgarlo"
Y esa excepción es el diario digital ultracatólico El Debate, que hoy publica los quejidos destemplados de un tipo llamado Miguel Ángel Loma Pérez por el traslado de los huesos del criminal. Sin cortarse un pelo, como leerán: “Al encontrarse su fosa dentro de suelo católico debería estar protegida por las normas de Derecho Canónico y los acuerdos vigentes del Estado español con la Santa Sede. Y el hermano mayor de la Macarena no debería responder tan solícitamente a las exigencias del Gobierno; sino atender en primer lugar a la defensa de la hermandad y de sus hermanos, incluyendo a los difuntos cuando sus restos descansan bajo su protección. La responsabilidad de lo que hiciera o dejara de hacer Queipo solo a Dios le compete juzgarlo; pues aunque fueran ciertas las culpas que con tanta saña le imputan sus enemigos, no incumbe juzgar esto a la hermandad”. Tracatrá.
Sin mención del sádico exhumado, en La Razón, el imputado de la Kitchen (no me cansaré de repetirlo) Jorge Fernández Díaz vierte hoy su bilis contra la ley de Memoria Democrática. Como arranque, un apaluso a los que no quisieron honrar a las víctimas del franquismo: “Hicieron muy bien Feijóo, Ayuso y Almeida no asistiendo a ese presunto «acto de Estado» de homenaje a las víctimas de la «Guerra Civil y de la dictadura franquista» inventado por el sanchismo con su Ley de Memoria, tan «democrática» que está redactada por Bildu. Memoria de la verdad histórica de lo sucedido para evitar su repetición, no memoria de una falsedad histórica que promueve el odio, la división y la venganza, abriendo tumbas y excavando trincheras, para volver a las dos Españas machadianas”.
También en el diario azulón, un tal Luis Feliu Bernárdez se adorna —o, por lo menos, lo intenta— sobre el asunto: “El texto de la Ley es injusto y tendencioso, ocultando muchos aspectos de la verdad histórica y estableciendo un relato de buenos y malos que nadie medianamente cultivado se cree. Tengo para mí que esta memoria es más socialista que democrática y que trata de cambiar la interpretación de la Historia en su propio beneficio partidista, no en beneficio de todos”.
En ABC, la fiesta del día es en honor del tribunal de excepción que se pasa la legalidad penitenciaria por la sobaquera. “La Audiencia Nacional tumba el tercer grado de cinco etarras”, jalea en primera. Es el autopase para un editorial titulado “Privilegios a ETA revocados”, que tiene este comienzo: “Es una buena noticia que la Justicia esté respondiendo a algunas decisiones arbitrarias de la administración penitenciaria en el País Vasco, que tiene asumidas las competencias en materia de presos terroristas desde hace unos meses por decisión del Gobierno”.
"La Ley Trans se asemeja a la ablación del clítoris, otra negación de la sexualidad"
Preparen el estómago, que el cierre de esta colecta trae curvas. La primera, con la firma de Federico Jiménez Losantos, que en un intento de superarse a sí mismo, escupe lo que sigue sobre la ley trans: “La Ley Trans se asemeja a la ablación del clítoris, otra negación de la sexualidad. Femenina u homosexual, en ambos casos se impone a golpe de navaja o bisturí una realidad que la fisiología niega. En lugar de investigar qué le pasa al adolescente, se le manda al coro de castrati, de donde no saldrá o lo hará a un precio terrible. En resumen, que a alguien a quien se niega madurez suficiente para votar, esta secta destructiva, instalada en el Gobierno, le confiera libertad para castrarse demuestra su odio a la libertad sexual y su afán en dominar cuerpos ajenos. Debería estar fuera de la ley”. Y sereno.
Y como desvarío final, este de Mayte Alcaraz pidiendo en El Debate la cadena perpetua para el padre de Pablo Iglesias. ¿Por qué motivo? Mejor lo leen ustedes: “Francisco Javier Iglesias Peláez, padre de Pablo Iglesias Turrión, debería haber sido empapelado solo por el delito de lesa humanidad de habernos legado a la semilla del mal, su único hijo Pablo, y, además, por haberle colocado el nombre del fundador del PSOE, condición que le predestinó a empeñarse en fundar algo, que finalmente no ha sido más que la connivencia con dictaduras, el cainismo y el odio entre españoles”. Alguien tiene que hacérselo mirar.