Malos españoles - Cayó la decimocuarta (o la decimocurtuá, como tituló el diario deportivo oficial del nacionalmerenguismo) y la diestra mediática entró en éxtasis. ¿Que usted no se alegra? Pues sepa que es un mal español, según sentencia Antonio R. Naranjo en El Debate: “Hay pocas cosas que molesten más a los malos españoles que una victoria del Real Madrid en la Champions, con el Rey Felipe y Nadal en la grada y Pedro Sánchez en paradero desconocido. Faltaron en el palco Juan Carlos I, algún obispo de lustre y, si nos ponemos a fabular, Morante de la Puebla, para terminar de irritarles. El Madrid es la vieja España, la vieja Europa, que siguen siendo las mejores versiones de un país, y de un continente”.

Antípodas del sanchismo - En el mismo chiringo digital, Luis Ventoso afina la tesis. El Madrid es justo lo contrario que el malvado gobierno socialcomunista: “En resumen, el inmenso éxito del Real Madrid ejemplifica un modo de hacer las cosas que está en las antípodas de lo que hoy se inculca desde la España oficial. Nuestro país iría bastante mejor si imitase el modo en que el club blanco afronta la liza en un mundo hipercompetitivo, donde solo sirve intentar ser el mejor, no solazarse en la medianía subvencionada, la envidia y la queja victimista”. Tracatrá.

No como el Barça - El director de La Razón, Francisco Marhuenda, que se dice hincha del Español (escrito así, por supuesto), se sumaba al festejo mirando al Camp Nou: “Me gusta el Madrid porque es un símbolo de superación, valor y esfuerzo. Y me encanta que gane al Barça que se ha convertido, desgraciadamente, en un instrumento del independentismo. Es muy lamentable que el deporte esté al servicio de la política”. Hay que jorobarse.

¡Viva don Florentino! - Y falta Federico Jiménez Losantos metido en El Mundo a requeteforofo... tanto del club como, ojo al dato, de su presidente: “Ese afán insomne, esa magia de lo propio contra todo y todos, hace del Real un símbolo triunfante, inexplicable pero indiscutible, de lo privado frente a lo brumoso común. Bernabéu y Florentino son creadores y gestores de un milagro: que el Madrid siga siendo propiedad sólo del Madrid, hijo y padre de su gloria. Por eso gana donde otros pierden”. Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo.