Entramos en el segundo día de castigo de Putin a la población civil de Ucrania, y resulta que lo podríamos haber evitado. Como siempre, Francisco Marhuenda sabía cómo: "En lugar de entender el alma rusa, conocer mejor esa gran nación y asumir las líneas rojas de su presidente, nos gusten o no, hemos preferido actuar como un elefante en una cacharrería. Es difícil superar esta torpeza. El pueblo ucraniano, desgraciadamente, sufrirá las consecuencias y se consumará otra injusticia histórica. Biden ha demostrado que es el peor presidente de la Historia", sentencia el sapientísimo director de La Razón.
Vamos, que nos lo hemos buscado a pulso, como también sostiene Iñaki Ellakuria en El Mundo: "Putin es un producto tóxico de Occidente y su relativismo. El excremento de una sociedad entregada al ocio, el consumo y el espectáculo autorreferencial de las redes sociales. Enfrascada en pueriles debates de la guerrita cultural -¿Tofu o chuletón? ¿Todas, todos o todes?- y que renunció a la defensa de la democracia liberal, garante tras la II Mundial de la prosperidad y paz que todavía goza, al considerarla más un afortunado capricho del destino, sin peligro de devolución, que un logro colectivo que exige sacrificios".
El subdirector de El Debate, Luis Ventoso afina más. No es Occidente. Es España. Y más en concreto, la izquierda: "Pero háblenle a la opinión pública española y a nuestra izquierda de la importancia de la defensa. Aquí estamos en cosas mucho más serias, la parada de carrozas de Chueca, el 8-M, el lenguaje inclusivo y reinventar el resultado de una Guerra Civil de hace ochenta años".
Esos primeros análisis (o lo que sean) nos acercan a donde ustedes imaginan. ¿Qué podemos esperar si España tiene un gobierno lleno de rojos que se acuesta con separatistas amigos del zar del Kremlin? Al aparato, Emilio Campmany en Libertad Digital: "Y todo esto nos pilla a los españoles con un presidente del Gobierno narcisista que tan sólo ve en esto una ocasión para retratarse con Biden. Encima gobierna en coalición con nuestros comunistas que, tras el "no a la guerra" esconden su deseo de liquidar ese orden con el que quiere acabar Putin. Por no hablar de los independentistas catalanes que le redondean las mayorías y que tanto le deben al sátrapa ruso".
"Sánchez, Ucrania, Podemos", titula su filípica Miquel Giménez en Vozpópuli. Ya imaginan por dónde va: "Todo eso inquieta a la OTAN, así como a la Unión Europea. En primer lugar, España es el único país de occidente que tiene comunistas su ejecutivo. En segundo, la apología constante hacia países como Cuba, Venezuela o Irán por parte de estos. Muchos analistas de inteligencia sostienen que o Sánchez cambia su política de alianzas - comunistas, separatistas, filo etarras - o, en caso de una extensión del conflicto, España estaría sola".
Mayte Alcaraz nos sirve otra de lo mismo en El Debate: "A ver cómo gestiona esta crisis Pedro Sánchez, que tiene sentado en su Gobierno a personajes que escupen sobre nuestros valores y se abrazan a dictadores, lo mismo da que tomen vodka o mojitos en el Caribe. Ya tuvo una muestra más de la irresponsabilidad de sus socios cuando Margarita Robles respondió con rapidez y eficacia en la primera hora de este conflicto y ahora tendrá que hacerlo tras el envío de carros a Letonia, cazas a Bulgaria y tres buques de guerra al Mediterráneo oriental. Lo que viene a ser un aliado responsable de la OTAN".
En El Confidencial, Josep Martí Blanch silba la misma tonada, aunque con una leve variación. Mete a los abascálidos en el cóctel: "Ni Vox, ni ERC, ni Bildu, ni sobre todo Podemos, que está en el Gobierno, ni otros voceros de la insustancialidad, deben contar en esta partida. Vox, por sus simpatías con el autoritarismo, los demás, por su pacifismo infantil iletrado y sus tics ochenteros de la penúltima guerra fría. Su ambigüedad, cuando no comprensión con el zarismo del dictador Putin, merece el absoluto desprecio intelectual".
Y para el final les he dejado la tontuna machirula que firma en ABC uno que se cree Umbral pero que en realidad se llama José F. Peláez. Él les dirá que es lirismo entre sutil y malote: "Y volveremos a ver a todas esas Nikitas paseándose con su ushanka, su kalashnikov y su terrible belleza gélida al otro lado del muro de la dignidad. Todas machacadas por el comunismo, o por el fascismo, o por solo Dios sabe qué tipo de romanticismo".