Las campanas tocan a rebato en Diestralandia. "El PSOE se pliega a ERC y Podemos y dinamita el legado de la Transición", se tira de los pelos en su primera ABC, que recupera para la ocasión la foto de la bancada socialista aplaudiendo en 1977 la aprobación de la ley de Amnistía. "Golpe a la Transición" clama el editorial armado con los clásicos tópicos: "Se trata de volver a abrir heridas, por puro ventajismo, que ya suturaron de forma generosa cuando se aprobó la Constitución y los españoles se conjuraron más con su futuro y la democracia que con su pasado. Pretenden demoler el muro de carga de un exitoso sistema de libertades y de un modelo ejemplar de superación de odios cainitas. No es solo electoralismo. Es rencor real".
Julián Quirós, actual director del vetusto diario, se adorna en la filigrana. Si les digo que la pieza se titula "El Falcon como el Azor", ya imaginarán cuál es el doble tirabuzón: "Gracias a esta ley de desmemoria democrática, los socialistas acabarán contabilizando cuántas misas se celebraron en el Pazo de Meirás o el número de atunes con los que el general se peleó a bordo del Azor. Acabaremos conociendo al dedillo los usos y maneras de la dictadura, mientras nos ocultan groseramente los abusos de la democracia: los disfrutes de Sánchez a bordo del Falcon y del Super Puma para asistir a bodas y conciertos, o su holganza en el palacio tinerfeño que Don Juan Carlos regaló al patrimonio nacional. Para esto no hay memoria que valga".
"No es memoria, es fanatismo sectario", tuerce el morro el editorialista de La Razón. La doctrina básica es esta: "Las modificaciones pactadas entre el PSOE y Unidas Podemos al proyecto de ley de Memoria Democrática no tienen más objetivo aparente que la de hacer pasar por verdades incontestables las interpretaciones históricas de la izquierda".
En El Mundo, más crujir de dientes. "El miserable arte del cainismo" es el título del torrencial editorial que, además de la cacharrería dialéctica del repertorio, señala a la caza del voto: "Este patético afán por ganar la guerra civil en 2021 esconde groseros fines electorales: que los votantes de izquierda no dejen de considerar franquista a la oposición por un solo instante. Que Vox crezca para que la izquierda se movilice a su vez. Cada voto será necesario. Toca volver a atizar la hoguera del cainismo patrio con vistas al ciclo electoral. Pero los españoles no quieren ganar otra guerra que la del paro, la inflación o las pensiones".
"No, la democracia no empezó con la izquierda", brama Pedro J. Ramírez en el editorial de El Español. Cómo se va a perder él un jolgorio así: "La ironía, la trágica ironía, está a la vista de todos. Son aquellos que trabajan hoy con más empeño para dividir a los españoles y demoler el Estado de derecho y la Constitución del 78 los que han arrastrado a un partido de gobierno como el PSOE a un delirante revisionismo de la Transición. El camino del guerracivilismo no conduce a ningún lugar sano y la democracia española debería observar con atención el ejemplo chileno para darse cuenta de lo rápido que un Estado de derecho consolidado cae en la ingobernabilidad cuando se socavan los cimientos de la convivencia reviviendo fantasmas que habían sido felizmente olvidados por la ciudadanía". Y me llevo una.
Antes de apagar la luz, nos pasamos por El Debate, donde el director, Bieito Rubido, hace doblete. Primero con su firma, escribe: "El sanchismo, con la alianza de todas las excrecencias que conspiran contra la unidad de nuestro país, se ha empeñado en anular la ley de Amnistía que le permitió a los españoles avanzar hacia una democracia tras la muerte de Franco". Luego se pone el disfraz de editorialista y con más pompa pretendidamente solemne pontifica: "La gravedad de los acontecimientos en España se precipita día a día. Si un crimen sigue pudiendo imputarse a uno de los dos bandos, pero no al otro, estaríamos hablando de un indulto para personas concretas. Eso es lo que pretende el Gobierno socialcomunista de España para satisfacer a sus socios que pretenden romper España".